Una gota de absenta esta prendida de la punta de su dedo, deslizándose lentamente hacia su uña negra y delicadamente esculpida. Silvie la recoge con la punta de la lengua y siente como la gota de licor verdoso se funde lentamente dentro de su boca dejando a su paso un diminuto sendero ardiente.
-No he podido evitar oírte antes.-dice Vika.-Estabas diciendo algo de ser mordida.
Silvie pretende tan solo sonreír, pero tiene demasiado alcohol corriendo por sus venas. En lugar de una sonrisa lo que surge de sus labios en una risa algo histérica. Se acerca mas aún a la otra chica y rodea la cintura desnuda con un brazo. El sudor de Vika humedece sus dedos. Silvie se da cuenta de lo muchísimo que le gusta el olor de su nueva amiga.
-Oh si.-dice Silvie, su voz algo pastosa.-Es una fantasía que tengo. Soy toda una pervertida, te lo advierto. Me encantaría ser mordida por un vampiro.
-¿Uno como yo?-le dice Vika, mordiendo de forma juguetona el aire muy cerca del rostro de Silvie, dejando ver de nuevo sus inquietantes dientes.
-No estaría mal.-dice Silvie.
Con su mano de largos dedos y uñas pintadas de morado oscuro coge el pequeño vaso de absenta que hay sobre la estrecha barra y se lo bebe de un solo trago. El impacto del licor en su garganta es tan fuerte que la hace toser. Siente el líquido deslizándose por su interior y cayendo en su estómago como una losa pesada.
Esta noche estoy perdiendo el control, piensa Silvie. Quien sabe como voy a acabar.
Silvie es una chica alta y delgada, de edad indefinida. Su rostro de finas facciones podría pertenecer a una niña de quince años o a una chica de veinticinco. Su cuerpo de formas suaves y casi andróginas esta envuelto en un vestido que para la mayoría de los mortales dejó de estar de moda hace mas de cien años.
-Me encanta esta canción.-susurra al oído de Vika antes de aspirar para llenarse del dulzón aroma del sudor de la otra chica.
El Kurten esta casi atestado esta noche, algo no muy difícil teniendo en cuenta lo pequeño que es el local. Silvie apoya su cabeza sobre el póster de Klaus Kinski como Nosferatu que decora la pared junto a la barra, y centra su atención por un momento en una de las pantallas que emiten sin cesar vídeos musicales. Un grupo de jóvenes vestidos con sotanas aparece en la imagen interpretando una canción al mismo tiempo melancólica y rabiosa.
Vika cierra los ojos como si quisiera escuchar con mas intensidad. Sus gordezuelos labios se doblan en una sonrisa. Le hace un gesto a una de las camareras de amplio busto y generoso escote del local y le pide un nuevo trago de absenta.
-No creo que pueda beber mas.-le dice Silvie.
-Es para mi.-contesta Vika.-Solo para mí.
En cuanto la camarera le sirve el trago Vika coge el pequeño vaso de la barra y lo acerca a la boca para lamer suavemente su contenido, como una gatita bebiendo leche.
-Estas loca.-le dice Silvie, conteniendo la risa.-Me encanta lo rara que eres.
Vika le llamó la atención desde que la descubrió en una esquina del local, sentada en uno de los pequeños bancos y mirando a su alrededor como si buscase a alguien. Es una de las mujeres más exóticas y hermosas que Silvie ha visto jamás, una asiática de piel tostada y rostro extraño, con ojos rasgados de un azul intenso y el cabello castaño claro recogido en pequeñas trenzas unidas a su nuca formando una gruesa cola. La primera vez que Silvie la vio sonreír le pareció ver que sus dientes estaban afilados como los de un tiburón. Todavía no está segura de que aquello fuese solo una ilusión provocada por la pobre iluminación del local.
-¿Y si te dijese que puedo hacer tu sueño realidad?-le pregunta Vika de repente al oído, su aliento cargado del olor de la absenta.
-Te diría que me estas intentando engañar.-le contesta Silvie, sin dejar de sonreír.
-Serias tú quien se estaría engañando.-le responde Vika, acariciando la nuca de Silvie con la punta de los dedos y provocándole un placentero escalofrío.
Silvie ve sobre el hombro de Vika a una de las amigas con las que vino al Kurten, que le hace gestos para llamar su atención. Sus amigas se marchan del local, y le preguntan sin palabras si va a marcharse con ellas. Silvie les lanza un beso y las despide con la mano. Un instante después ya se ha olvidado de ellas.
-Vamos, sabes que no estoy mintiendo.-le sigue hablando Vika al oído.- ¿Es que crees que solo es un mito? ¿No has sabido siempre que hay algo real detrás de todo eso?
El alcohol hace que Silvie se sienta especialmente juguetona. Decide seguirle la corriente.
-Así que me he encontrado con una vampira que trata de seducirme para beber mi sangre. ¿Vas a clavarme esos dientes tuyos?
Vika se separa de ella unos centímetros y separa sus labios pintados de negro. Silvie puede ver sus dientes con claridad por primera vez. No se equivocó. Están limados en punta, todos y cada uno de ellos. Silvie no necesita tocarlos para notar lo puntiagudos que son.
-Me encantaría.-le dice Vika.-Pero no soy una vampira. Te estoy diciendo esto porque necesito una acompañante.
La visión de los dientes de Vika ha sido tan sorprendente que Silvie siente el efecto del alcohol desvanecerse un momento dentro de su cabeza.
-Quiero que vengas conmigo a un local muy especial.-le dice Vika.-Uno en el que se suministran placeres de una naturaleza única.
Vika sostiene el bonito y alargado rostro de elfa de Silvie con la palma de las manos y la chica delgada se deja caer lánguidamente sobre ellas. Siente una inercia deliciosa y no piensa hacer nada para oponerse a ella.
-¿Podemos irnos ya?-le pregunta a Vika.
La chica asiática sonríe de nuevo, pero esta vez vuelve a cuidarse de ocultar sus afilados dientes. Silvie recoge su bolso de cuero con forma de ataúd y lo sostiene en su espalda con cadenas plateadas. Las dos atraviesan nubes de humo de cigarrillos y rodean a criaturas enfundadas en cuero y encaje hasta llegar a la doble puerta que las lleva al exterior del local.
El frío aire de la noche se mete por la nuca del vestido de Silvie y le provoca un estremecimiento. Se siente como si acabase de despertar de un sueño. Pero al girar la cabeza ve a Vika todavía a su lado. Entrelaza el brazo con el de su nueva amiga y se deja guiar por ella.
-¿Dónde me llevas?-le pregunta a Vika.
-¿No te lo imaginas?-le contesta la otra chica.
-No sé.... ¿a algún exótico burdel de chicos?-responde Silvie, riendo de forma quizás demasiado histérica.
Vika ríe con ella. Ha bebido casi más absenta que Silvie, pero el alcohol no parece haberla afectado para nada.
-No te llevo a ningún burdel.-dijo ella.-Te llevo a un sitio mucho más perverso.
-Mmmmm, eso suena muy victoriano.-dice Silvie.-Como salido de una vieja película inglesa, de esas en las que siempre aparecían Peter Cushing y Christopher Lee. En esas películas los vampiros siempre estaban implicados en placeres secretos.
-Tenían una cierta base de verdad.-le responde Vika, guiñándole un ojo.-No me has dicho porqué te gustaría tanto ser mordida.
Silvie inclina la cabeza un momento, intentando ordenar sus pensamientos dentro de una cabeza algo revolucionada por la absenta.
-Porque significaría que muchas cosas son diferentes.-dice al fin, su voz sonando sorprendentemente sobria.
Se están adentrando en el casco antiguo de la ciudad, a través de calles cada vez más estrechas, oscuras y solitarias. Silvie siempre acaba perdiéndose cuando se aventura en esta parte de la ciudad. Se da cuenta de que no está segura de si ha pasado alguna vez por esa misma calle.
-No te entiendo.-le dice Vika.- ¿Qué sería diferente?
-Esto.-dice Silvie, extendiendo sus brazos y dando un giro sobre sí misma en una imitación demasiado torpe y con poco equilibrio de un paso de ballet.-Todo esto. El mundo. Esta basura de mundo.
-Te entiendo.-dice Vika.-Habría una salida.
-Sí, y vaya una salida.-le dice Silvie.-Imagínate. La inmortalidad, la juventud y la belleza eterna. ¿Quién no querría eso? Morir para ser otra cosa, dejando esta vida vacía atrás.
Vika da un paso frente a Silvie y la detiene posando un dedo sobre sus labios.
-Esta noche lo tendrás.-le dice.-Esta noche te demostraré que el mundo es distinto a lo que piensas. Pero tienes que estar completamente segura, esas son las normas. Dime, ¿es eso lo que quieres?
Silvie sabe que lo que la otra chica le esta proponiendo es algo imposible, solo una bonita fantasía. Pero, por segunda vez en la noche, mira el rostro de Vika y es capaz de creer que sea cierto.
-Sí, es lo que quiero.-le contesta.
-Estamos muy cerca.-le dice Vika, cogiéndola de la mano.
Están junto a la gruesa muralla de piedra que rodea la parte antigua de la ciudad. En la pared de roca hay decenas de pequeñas entradas que llevan a las antiguas dependencias para la defensa de la ciudad. Vika la lleva al umbral de una de ellas.
-Es aquí.-le dice a Silvie.
Vika y Silvie cruzan el umbral cogidas de la mano. Frente a ellas, casi completamente oculta en medio de las sombras, hay una vieja puerta de madera con una mirilla cubierta por pequeños barrotes de metal. Vika golpea la puerta dos veces con el puño. La puerta es tan gruesa que Silvie duda que alguien haya podido oír la llamada al otro lado.
Algo roza suavemente la mejilla de Silvie. Gira la cabeza y ve como la oscuridad junto a ella se mueve suavemente, ondulando como petróleo que se derramase sobre la pared. Instintivamente se acerca más a Vika.
-No temas.-dice la extraña chica de dientes afilados.-Tan solo están curiosas por tu presencia.
La oscuridad ondulante estalla en un instante en una nube de diminutas polillas negras que cruzan el umbral para salir al exterior y vuelven a entrar para posarse de nuevo en la pared. Silvie extiende las manos para cubrirse el rostro y una de las polillas se posa sobre la punta de uno de sus dedos. Algo etéreo, sin peso, casi sin sustancia. Silvie la contempla un momento, sintiéndose observada por los diminutos ojos invisibles del insecto. Nunca ha visto una polilla como esta antes. No necesita saber mucho de insectos para darse cuenta de que hay algo anormal en ella, en la forma en la que se mueve, en como su mera presencia eriza los cabellos de su nuca.
-¿Qué es esto?-le pregunta a Vika, sin esperar recibir ninguna respuesta.
-Son La Plaga.-le responde su extraña amiga.
La madera de la puerta cruje con violencia asustando a Silvie. La polilla levanta el vuelo y vuelve a reunirse con el resto de sus congéneres en la oscuridad que las rodea. La polilla tarda un momento en desencajarse del umbral y comenzar a girar penosamente sobre sus goznes. Cuando termina de abrirse, frente a ellas se abre una oscuridad aún más intensa que la que las rodea. Silvie siente como Vika vuelve a tomarla de la mano.
-No tengas miedo.-le susurra la inquietante chica al oído.
Manteniéndose un paso tras ella, penetra en la oscuridad. Nada mas cruzar el umbral, las sombras parecen abrirse ante ellas. La suave luz de las velas le resulta tan brillante que por un instante Silvie es deslumbrada por ella.
Las sombras son algo casi orgánico en el extraño local, una mezcla entre la ausencia de luz y el humo de surge de cada una de las pequeñas llamas que pretenden iluminarlo. Silvie ve gruesas columnas de piedra, y una barra de madera apoyada sobre viejos barriles en la que descansa una fila de velas sostenidas por botellas polvorientas. Las mesas parecen estar situadas estratégicamente en los lugares más oscuros, iluminadas solo por pequeñas candelas. Un candelabro descansa en una repisa junto a un ennegrecido hueco en la pared, seguramente una tosca chimenea. Una figura enfundada en negro se acerca a la repisa y recoge el violín que descansa sobre ella, junto a una gastada funda de cuero. Es una mujer que mira a Silvie con ojos tristes antes de apoyar el violín en su mentón y comenzar a tocar una melodía melancólica. Silvie no podría decir si es hermosa o repulsiva, ni siquiera está segura de si es joven o vieja. Su rostro parece desgastado por algo distinto al paso del tiempo. Poco a poco va descubriendo mas rostros observándola sin reparos desde las sombras, todos igualmente melancólicos y consumidos.
Silvie gira la cabeza al oír como la puerta vuelve a encajar pesadamente en su lugar. Un alto hombre de cabeza afeitada y brazos fornidos cierra el pesado cerrojo.
-¿Qué lugar es este?-le pregunta a Vika en el susurro más suave que es capaz de pronunciar.
Sin embargo, las extrañas sombras del lugar llevan sus palabras hasta el último rincón del local.
-Un nido de nosferatus.-le contesta Vika, con una sonrisa levemente desquiciada.-Te prometí que te traería aquí.
Silvie cierra los puños con fuerza, casi clavándose las uñas en las palmas.
-¿Todos estos son......?-pregunta con voz entrecortada.
-No.-dice Vika.-No todos. Mira allí, tras la violinista, en la mesa más cercana a la chimenea.
Silvie descubre allí un rostro que le corta la respiración. Rasgos casi animales, una mirada que brilla levemente en la oscuridad, una sonrisa que deja al descubierto dos filas de dientes tan afilados como los de Vika. El nosferatu inclina la cabeza hacia Silvie a modo de saludo antes de acercar los labios a la muñeca sangrante de la mujer que está sentada a su lado. Aunque está cubierta con un velo, Silvie ve como la boca de la mujer se abre en un grito ahogado, quien sabe si de dolor o de placer.
-Algo me dice que no es como te lo imaginabas.-susurra Vika al oído de Silvie, casi tocándola con los labios.
Silvie siente algo hundiéndose dentro de su vientre. Mira a su alrededor nerviosamente. En una esquina ve a un tipo con una levita descolorida que está apoyado junto a una puerta en la que cuelga un letrero metálico oxidado. Corre hacia la puerta y la abre para entrar en un estrechísimo aseo. Solo un pedazo de espejo cuelga en el interior de un marco de plástico azul. Cuando Silvie pulsa el interruptor de la luz una bombilla que cuelga precariamente de un cable se ilumina y una de esas pequeñas polillas negras que parecen estar por todas partes comienza a revolotear a su alrededor. La chica levanta la tapa del inodoro y se inclina sobre él, apenas soportando el hedor que surge del interior. Tiene los nervios metidos en la boca del estómago. Le gustaría poder vomitar, pero le resulta imposible. Vuelve a bajar la tapa del inodoro y abre el grifo que hay bajo el espejo roto. Quizás alguna vez hubo allí un lavabo, ahora el agua cae directamente al suelo, mojando las botas de Silvie. La recoge en el hueco de sus manos y se la echa en la cara, tratando de tranquilizarse. Contempla su mirada asustada en el pedazo de espejo tomado en orín y se convence a sí misma de que tiene que salir de allí. Tiene que escapar, volver al mundo real, a su aburrida vida.
Silvie sale del aseo y agarra a Vika por una muñeca.
-Vámonos.-le dice.-No quiero seguir aquí.
-¿Cómo que no quieres?-le responde Vika, sonriendo.- ¿Es que te arrepientes de tu decisión?
-Esto es demasiado.....-dice Silvie, sin poder encontrar las palabras.
-¿Demasiado real?-le responde Vika, su sonrisa deformándose en un gesto de cinismo.- ¿Demasiado creíble? ¿Qué creías, que todo iba a ser como en tus cuentos de hadas para jovencitas? Aquí hay monstruos, pequeña. Y tú has venido para que se alimenten de ti.
-Vika.-dice una ronca voz femenina casi en la nuca de Silvie.-No interrumpas a al violinista, por favor.
Silvie da un respingo cuando nota unos dedos serpenteando lascivamente alrededor de su cintura. Se gira intentando apartarse de quien está a su espalda, pero la nosferatu la aferra con fuerza para que no escape. Es una mujer de largos cabellos negros, algo mas baja que Silvie, con una boca grande y hermosa llena de dientes afilados.
-Es muy bonita, Vika.-dice, sin dejar de mirar a los ojos de Silvie.
La chica se siente hipnotizada por la mirada de brillo lechoso de la nosferatu, por la forma en la que el puro instinto animal de alimentarse deforma lo que quizás alguna vez pudo ser un rostro hermoso. Algo se mueve en el interior de la boca de la nosferatu. Sus generosos labios se abren para dejar salir a su lengua. En la punta de esa lengua grisácea hay un largo y afilado aguijón que parece estar hecho de hueso, con acanaladuras que le recuerdan a Silvie a la forma de las vértebras de un pequeño roedor cuyo esqueleto vio una vez, de pequeña, en algún museo de historia natural. Y en la punta del aguijón hay una polilla negra, que agita las alas un momento antes de levantar el vuelo y posarse sobre el rostro de Silvie.
-¿Es lo que querías?-pregunta Vika.-¿Me lo daréis a cambio de ella?
-¿Ha venido voluntariamente?-pregunta la nosferatu, acercando mas aún su rostro al de Silvie, acariciándole las mejillas con los dedos.
-Si.-responde Vika, ansiosa.-¿Me lo darás?
-Tendrás lo que quieres.-dice la nosferatu.-Bienvenida a la familia, Vika. Pero antes quiero probar a tu amiga.
-¿Por qué?-consigue preguntar Silvie, su cuerpo casi totalmente paralizado por el terror.
-Porque quiero ser un monstruo.-le susurra Vika al oído.-Porque quiero dar miedo.
La nosferatu agarra de golpe el cuello de Silvie y le echa hacia atrás. La chica grita cuando siente con sus dientes desgarran su piel. El aguijón atraviesa su carne produciéndole un intenso escozor. Otros dientes se clavan en su nuca, quizás los de Vika, atreviéndose a cumplir sus deseos antes de tiempo.
Cuando nota como la inconsciencia se la lleva, Silvie se siente agradecida, aunque no sabe si llegará a despertar.
© 2008, Juan Díaz Olmedo
-No he podido evitar oírte antes.-dice Vika.-Estabas diciendo algo de ser mordida.
Silvie pretende tan solo sonreír, pero tiene demasiado alcohol corriendo por sus venas. En lugar de una sonrisa lo que surge de sus labios en una risa algo histérica. Se acerca mas aún a la otra chica y rodea la cintura desnuda con un brazo. El sudor de Vika humedece sus dedos. Silvie se da cuenta de lo muchísimo que le gusta el olor de su nueva amiga.
-Oh si.-dice Silvie, su voz algo pastosa.-Es una fantasía que tengo. Soy toda una pervertida, te lo advierto. Me encantaría ser mordida por un vampiro.
-¿Uno como yo?-le dice Vika, mordiendo de forma juguetona el aire muy cerca del rostro de Silvie, dejando ver de nuevo sus inquietantes dientes.
-No estaría mal.-dice Silvie.
Con su mano de largos dedos y uñas pintadas de morado oscuro coge el pequeño vaso de absenta que hay sobre la estrecha barra y se lo bebe de un solo trago. El impacto del licor en su garganta es tan fuerte que la hace toser. Siente el líquido deslizándose por su interior y cayendo en su estómago como una losa pesada.
Esta noche estoy perdiendo el control, piensa Silvie. Quien sabe como voy a acabar.
Silvie es una chica alta y delgada, de edad indefinida. Su rostro de finas facciones podría pertenecer a una niña de quince años o a una chica de veinticinco. Su cuerpo de formas suaves y casi andróginas esta envuelto en un vestido que para la mayoría de los mortales dejó de estar de moda hace mas de cien años.
-Me encanta esta canción.-susurra al oído de Vika antes de aspirar para llenarse del dulzón aroma del sudor de la otra chica.
El Kurten esta casi atestado esta noche, algo no muy difícil teniendo en cuenta lo pequeño que es el local. Silvie apoya su cabeza sobre el póster de Klaus Kinski como Nosferatu que decora la pared junto a la barra, y centra su atención por un momento en una de las pantallas que emiten sin cesar vídeos musicales. Un grupo de jóvenes vestidos con sotanas aparece en la imagen interpretando una canción al mismo tiempo melancólica y rabiosa.
Vika cierra los ojos como si quisiera escuchar con mas intensidad. Sus gordezuelos labios se doblan en una sonrisa. Le hace un gesto a una de las camareras de amplio busto y generoso escote del local y le pide un nuevo trago de absenta.
-No creo que pueda beber mas.-le dice Silvie.
-Es para mi.-contesta Vika.-Solo para mí.
En cuanto la camarera le sirve el trago Vika coge el pequeño vaso de la barra y lo acerca a la boca para lamer suavemente su contenido, como una gatita bebiendo leche.
-Estas loca.-le dice Silvie, conteniendo la risa.-Me encanta lo rara que eres.
Vika le llamó la atención desde que la descubrió en una esquina del local, sentada en uno de los pequeños bancos y mirando a su alrededor como si buscase a alguien. Es una de las mujeres más exóticas y hermosas que Silvie ha visto jamás, una asiática de piel tostada y rostro extraño, con ojos rasgados de un azul intenso y el cabello castaño claro recogido en pequeñas trenzas unidas a su nuca formando una gruesa cola. La primera vez que Silvie la vio sonreír le pareció ver que sus dientes estaban afilados como los de un tiburón. Todavía no está segura de que aquello fuese solo una ilusión provocada por la pobre iluminación del local.
-¿Y si te dijese que puedo hacer tu sueño realidad?-le pregunta Vika de repente al oído, su aliento cargado del olor de la absenta.
-Te diría que me estas intentando engañar.-le contesta Silvie, sin dejar de sonreír.
-Serias tú quien se estaría engañando.-le responde Vika, acariciando la nuca de Silvie con la punta de los dedos y provocándole un placentero escalofrío.
Silvie ve sobre el hombro de Vika a una de las amigas con las que vino al Kurten, que le hace gestos para llamar su atención. Sus amigas se marchan del local, y le preguntan sin palabras si va a marcharse con ellas. Silvie les lanza un beso y las despide con la mano. Un instante después ya se ha olvidado de ellas.
-Vamos, sabes que no estoy mintiendo.-le sigue hablando Vika al oído.- ¿Es que crees que solo es un mito? ¿No has sabido siempre que hay algo real detrás de todo eso?
El alcohol hace que Silvie se sienta especialmente juguetona. Decide seguirle la corriente.
-Así que me he encontrado con una vampira que trata de seducirme para beber mi sangre. ¿Vas a clavarme esos dientes tuyos?
Vika se separa de ella unos centímetros y separa sus labios pintados de negro. Silvie puede ver sus dientes con claridad por primera vez. No se equivocó. Están limados en punta, todos y cada uno de ellos. Silvie no necesita tocarlos para notar lo puntiagudos que son.
-Me encantaría.-le dice Vika.-Pero no soy una vampira. Te estoy diciendo esto porque necesito una acompañante.
La visión de los dientes de Vika ha sido tan sorprendente que Silvie siente el efecto del alcohol desvanecerse un momento dentro de su cabeza.
-Quiero que vengas conmigo a un local muy especial.-le dice Vika.-Uno en el que se suministran placeres de una naturaleza única.
Vika sostiene el bonito y alargado rostro de elfa de Silvie con la palma de las manos y la chica delgada se deja caer lánguidamente sobre ellas. Siente una inercia deliciosa y no piensa hacer nada para oponerse a ella.
-¿Podemos irnos ya?-le pregunta a Vika.
La chica asiática sonríe de nuevo, pero esta vez vuelve a cuidarse de ocultar sus afilados dientes. Silvie recoge su bolso de cuero con forma de ataúd y lo sostiene en su espalda con cadenas plateadas. Las dos atraviesan nubes de humo de cigarrillos y rodean a criaturas enfundadas en cuero y encaje hasta llegar a la doble puerta que las lleva al exterior del local.
El frío aire de la noche se mete por la nuca del vestido de Silvie y le provoca un estremecimiento. Se siente como si acabase de despertar de un sueño. Pero al girar la cabeza ve a Vika todavía a su lado. Entrelaza el brazo con el de su nueva amiga y se deja guiar por ella.
-¿Dónde me llevas?-le pregunta a Vika.
-¿No te lo imaginas?-le contesta la otra chica.
-No sé.... ¿a algún exótico burdel de chicos?-responde Silvie, riendo de forma quizás demasiado histérica.
Vika ríe con ella. Ha bebido casi más absenta que Silvie, pero el alcohol no parece haberla afectado para nada.
-No te llevo a ningún burdel.-dijo ella.-Te llevo a un sitio mucho más perverso.
-Mmmmm, eso suena muy victoriano.-dice Silvie.-Como salido de una vieja película inglesa, de esas en las que siempre aparecían Peter Cushing y Christopher Lee. En esas películas los vampiros siempre estaban implicados en placeres secretos.
-Tenían una cierta base de verdad.-le responde Vika, guiñándole un ojo.-No me has dicho porqué te gustaría tanto ser mordida.
Silvie inclina la cabeza un momento, intentando ordenar sus pensamientos dentro de una cabeza algo revolucionada por la absenta.
-Porque significaría que muchas cosas son diferentes.-dice al fin, su voz sonando sorprendentemente sobria.
Se están adentrando en el casco antiguo de la ciudad, a través de calles cada vez más estrechas, oscuras y solitarias. Silvie siempre acaba perdiéndose cuando se aventura en esta parte de la ciudad. Se da cuenta de que no está segura de si ha pasado alguna vez por esa misma calle.
-No te entiendo.-le dice Vika.- ¿Qué sería diferente?
-Esto.-dice Silvie, extendiendo sus brazos y dando un giro sobre sí misma en una imitación demasiado torpe y con poco equilibrio de un paso de ballet.-Todo esto. El mundo. Esta basura de mundo.
-Te entiendo.-dice Vika.-Habría una salida.
-Sí, y vaya una salida.-le dice Silvie.-Imagínate. La inmortalidad, la juventud y la belleza eterna. ¿Quién no querría eso? Morir para ser otra cosa, dejando esta vida vacía atrás.
Vika da un paso frente a Silvie y la detiene posando un dedo sobre sus labios.
-Esta noche lo tendrás.-le dice.-Esta noche te demostraré que el mundo es distinto a lo que piensas. Pero tienes que estar completamente segura, esas son las normas. Dime, ¿es eso lo que quieres?
Silvie sabe que lo que la otra chica le esta proponiendo es algo imposible, solo una bonita fantasía. Pero, por segunda vez en la noche, mira el rostro de Vika y es capaz de creer que sea cierto.
-Sí, es lo que quiero.-le contesta.
-Estamos muy cerca.-le dice Vika, cogiéndola de la mano.
Están junto a la gruesa muralla de piedra que rodea la parte antigua de la ciudad. En la pared de roca hay decenas de pequeñas entradas que llevan a las antiguas dependencias para la defensa de la ciudad. Vika la lleva al umbral de una de ellas.
-Es aquí.-le dice a Silvie.
Vika y Silvie cruzan el umbral cogidas de la mano. Frente a ellas, casi completamente oculta en medio de las sombras, hay una vieja puerta de madera con una mirilla cubierta por pequeños barrotes de metal. Vika golpea la puerta dos veces con el puño. La puerta es tan gruesa que Silvie duda que alguien haya podido oír la llamada al otro lado.
Algo roza suavemente la mejilla de Silvie. Gira la cabeza y ve como la oscuridad junto a ella se mueve suavemente, ondulando como petróleo que se derramase sobre la pared. Instintivamente se acerca más a Vika.
-No temas.-dice la extraña chica de dientes afilados.-Tan solo están curiosas por tu presencia.
La oscuridad ondulante estalla en un instante en una nube de diminutas polillas negras que cruzan el umbral para salir al exterior y vuelven a entrar para posarse de nuevo en la pared. Silvie extiende las manos para cubrirse el rostro y una de las polillas se posa sobre la punta de uno de sus dedos. Algo etéreo, sin peso, casi sin sustancia. Silvie la contempla un momento, sintiéndose observada por los diminutos ojos invisibles del insecto. Nunca ha visto una polilla como esta antes. No necesita saber mucho de insectos para darse cuenta de que hay algo anormal en ella, en la forma en la que se mueve, en como su mera presencia eriza los cabellos de su nuca.
-¿Qué es esto?-le pregunta a Vika, sin esperar recibir ninguna respuesta.
-Son La Plaga.-le responde su extraña amiga.
La madera de la puerta cruje con violencia asustando a Silvie. La polilla levanta el vuelo y vuelve a reunirse con el resto de sus congéneres en la oscuridad que las rodea. La polilla tarda un momento en desencajarse del umbral y comenzar a girar penosamente sobre sus goznes. Cuando termina de abrirse, frente a ellas se abre una oscuridad aún más intensa que la que las rodea. Silvie siente como Vika vuelve a tomarla de la mano.
-No tengas miedo.-le susurra la inquietante chica al oído.
Manteniéndose un paso tras ella, penetra en la oscuridad. Nada mas cruzar el umbral, las sombras parecen abrirse ante ellas. La suave luz de las velas le resulta tan brillante que por un instante Silvie es deslumbrada por ella.
Las sombras son algo casi orgánico en el extraño local, una mezcla entre la ausencia de luz y el humo de surge de cada una de las pequeñas llamas que pretenden iluminarlo. Silvie ve gruesas columnas de piedra, y una barra de madera apoyada sobre viejos barriles en la que descansa una fila de velas sostenidas por botellas polvorientas. Las mesas parecen estar situadas estratégicamente en los lugares más oscuros, iluminadas solo por pequeñas candelas. Un candelabro descansa en una repisa junto a un ennegrecido hueco en la pared, seguramente una tosca chimenea. Una figura enfundada en negro se acerca a la repisa y recoge el violín que descansa sobre ella, junto a una gastada funda de cuero. Es una mujer que mira a Silvie con ojos tristes antes de apoyar el violín en su mentón y comenzar a tocar una melodía melancólica. Silvie no podría decir si es hermosa o repulsiva, ni siquiera está segura de si es joven o vieja. Su rostro parece desgastado por algo distinto al paso del tiempo. Poco a poco va descubriendo mas rostros observándola sin reparos desde las sombras, todos igualmente melancólicos y consumidos.
Silvie gira la cabeza al oír como la puerta vuelve a encajar pesadamente en su lugar. Un alto hombre de cabeza afeitada y brazos fornidos cierra el pesado cerrojo.
-¿Qué lugar es este?-le pregunta a Vika en el susurro más suave que es capaz de pronunciar.
Sin embargo, las extrañas sombras del lugar llevan sus palabras hasta el último rincón del local.
-Un nido de nosferatus.-le contesta Vika, con una sonrisa levemente desquiciada.-Te prometí que te traería aquí.
Silvie cierra los puños con fuerza, casi clavándose las uñas en las palmas.
-¿Todos estos son......?-pregunta con voz entrecortada.
-No.-dice Vika.-No todos. Mira allí, tras la violinista, en la mesa más cercana a la chimenea.
Silvie descubre allí un rostro que le corta la respiración. Rasgos casi animales, una mirada que brilla levemente en la oscuridad, una sonrisa que deja al descubierto dos filas de dientes tan afilados como los de Vika. El nosferatu inclina la cabeza hacia Silvie a modo de saludo antes de acercar los labios a la muñeca sangrante de la mujer que está sentada a su lado. Aunque está cubierta con un velo, Silvie ve como la boca de la mujer se abre en un grito ahogado, quien sabe si de dolor o de placer.
-Algo me dice que no es como te lo imaginabas.-susurra Vika al oído de Silvie, casi tocándola con los labios.
Silvie siente algo hundiéndose dentro de su vientre. Mira a su alrededor nerviosamente. En una esquina ve a un tipo con una levita descolorida que está apoyado junto a una puerta en la que cuelga un letrero metálico oxidado. Corre hacia la puerta y la abre para entrar en un estrechísimo aseo. Solo un pedazo de espejo cuelga en el interior de un marco de plástico azul. Cuando Silvie pulsa el interruptor de la luz una bombilla que cuelga precariamente de un cable se ilumina y una de esas pequeñas polillas negras que parecen estar por todas partes comienza a revolotear a su alrededor. La chica levanta la tapa del inodoro y se inclina sobre él, apenas soportando el hedor que surge del interior. Tiene los nervios metidos en la boca del estómago. Le gustaría poder vomitar, pero le resulta imposible. Vuelve a bajar la tapa del inodoro y abre el grifo que hay bajo el espejo roto. Quizás alguna vez hubo allí un lavabo, ahora el agua cae directamente al suelo, mojando las botas de Silvie. La recoge en el hueco de sus manos y se la echa en la cara, tratando de tranquilizarse. Contempla su mirada asustada en el pedazo de espejo tomado en orín y se convence a sí misma de que tiene que salir de allí. Tiene que escapar, volver al mundo real, a su aburrida vida.
Silvie sale del aseo y agarra a Vika por una muñeca.
-Vámonos.-le dice.-No quiero seguir aquí.
-¿Cómo que no quieres?-le responde Vika, sonriendo.- ¿Es que te arrepientes de tu decisión?
-Esto es demasiado.....-dice Silvie, sin poder encontrar las palabras.
-¿Demasiado real?-le responde Vika, su sonrisa deformándose en un gesto de cinismo.- ¿Demasiado creíble? ¿Qué creías, que todo iba a ser como en tus cuentos de hadas para jovencitas? Aquí hay monstruos, pequeña. Y tú has venido para que se alimenten de ti.
-Vika.-dice una ronca voz femenina casi en la nuca de Silvie.-No interrumpas a al violinista, por favor.
Silvie da un respingo cuando nota unos dedos serpenteando lascivamente alrededor de su cintura. Se gira intentando apartarse de quien está a su espalda, pero la nosferatu la aferra con fuerza para que no escape. Es una mujer de largos cabellos negros, algo mas baja que Silvie, con una boca grande y hermosa llena de dientes afilados.
-Es muy bonita, Vika.-dice, sin dejar de mirar a los ojos de Silvie.
La chica se siente hipnotizada por la mirada de brillo lechoso de la nosferatu, por la forma en la que el puro instinto animal de alimentarse deforma lo que quizás alguna vez pudo ser un rostro hermoso. Algo se mueve en el interior de la boca de la nosferatu. Sus generosos labios se abren para dejar salir a su lengua. En la punta de esa lengua grisácea hay un largo y afilado aguijón que parece estar hecho de hueso, con acanaladuras que le recuerdan a Silvie a la forma de las vértebras de un pequeño roedor cuyo esqueleto vio una vez, de pequeña, en algún museo de historia natural. Y en la punta del aguijón hay una polilla negra, que agita las alas un momento antes de levantar el vuelo y posarse sobre el rostro de Silvie.
-¿Es lo que querías?-pregunta Vika.-¿Me lo daréis a cambio de ella?
-¿Ha venido voluntariamente?-pregunta la nosferatu, acercando mas aún su rostro al de Silvie, acariciándole las mejillas con los dedos.
-Si.-responde Vika, ansiosa.-¿Me lo darás?
-Tendrás lo que quieres.-dice la nosferatu.-Bienvenida a la familia, Vika. Pero antes quiero probar a tu amiga.
-¿Por qué?-consigue preguntar Silvie, su cuerpo casi totalmente paralizado por el terror.
-Porque quiero ser un monstruo.-le susurra Vika al oído.-Porque quiero dar miedo.
La nosferatu agarra de golpe el cuello de Silvie y le echa hacia atrás. La chica grita cuando siente con sus dientes desgarran su piel. El aguijón atraviesa su carne produciéndole un intenso escozor. Otros dientes se clavan en su nuca, quizás los de Vika, atreviéndose a cumplir sus deseos antes de tiempo.
Cuando nota como la inconsciencia se la lleva, Silvie se siente agradecida, aunque no sabe si llegará a despertar.
© 2008, Juan Díaz Olmedo
1 comentarios:
Hacía mucho tiempo que no leía algo tan hermoso y tan espeluznante. Primero te arrastra suavemente a lo íntimo y sexual, para luego, cuando está desnuda e indefensa, mostrate lo peligroso que es adentrarse en el bosque.
Publicar un comentario